Durante la presidencia de Lula, el gigante sudamericano puso un pie en
África para incrementar sus inversiones y su intercambio comercial y
cultural. A diferencia de las políticas neocoloniales europeas,
norteamericanas y chinas, Brasil se muestra como un aliado de la
región africana en el hemisferio sur, que además de beneficiarse con
sus industrias promueve el desarrollo de programas sociales en aquel
continente. Además, el creciente peso geopolítico mundial del país
latinoamericano se afirma con su influencia fuera de su propia región.
Con su acercamiento a África, durante las dos gestiones en que Lula
ensayó osadas políticas geoestratégicas fuera del continente, Brasil
rompió con el modelo de explotación de las grandes potencias,
presentándose a sí mismo como un par del hemisferio sur que posibilita
el desarrollo social. Y ese avance de Brasil como vocero de los países
emergentes del sur se debe al incremento del desarrollo de las
relaciones entre las naciones en vías de desarrollo. Durante la
presidencia de Lula da Silva, Brasil tuvo un gran acercamiento al
continente africano en diversos sectores de tecnología, inversiones en
áreas energéticas y acuerdos comerciales. Desde 2003, el presidente
Lula visitó diez veces África y abrió 16 nuevas embajadas brasileñas
en esa región.
Existen varias concordancias entre los pueblos de ambos lados del
atlántico. Por ejemplo, casi la mitad de la población brasileña tiene
origen africano, que desciende de los esclavos llevados a América por
barcos negreros portugueses. Además, la africanidad está presente en
la cultura popular brasileña, tanto en la música, el baile y en la
mezcla de religiones y ritos con el cristianismo. Y a través de la
Comunidad de Países de la Lengua Portuguesa, el grupo IBSA (India,
Brasil y Sudáfrica) y los tratados multilaterales firmados
simultáneamente con países africanos en conjunto que luego se
transformaron en acuerdos bilaterales, se produjo que los lazos
sur-sur, en este caso Brasil - África, se intensificaran.
Desde su independencia en la década del '60, África tuvo una relación
desigual con las potencias europeas y con Estados Unidos. Además,
aunque Pekín no lo quiera reconocer, está sucediendo algo similar con
el avance de las inversiones chinas en el continente. África aporta
las materias primas y la mano de obra barata, en tanto que las
compañías internacionales sacan el mayor provecho de la explotación de
los recursos, beneficiando a una pequeña elite local y dejando afuera
a la gran mayoría de la población, que en muchos casos se ve
arrastrada a la guerra entre empresas o países que se disputan
estratégicas zonas de la región.
Aparentemente, Brasil llegó al continente negro para cambiar esa forma
de relación a la que África está acostumbrada. Por supuesto que el
país sudamericano se encuentra en una posición de superioridad en
cuanto al desarrollo de tecnologías, pero Brasil estimula en el vecino
continente la seguridad alimentaria, como base del desarrollo de las
relaciones. La ampliación de las zonas desérticas y la reducción de
las temporadas de lluvias producen que las tierras cultivables
africanas sean cada vez más escasas, en un continente que tiene una de
las tasas de crecimiento poblacional más altas. Durante la cumbre
África - Brasil llevada acabo en mayo de este año, se priorizó el
desarrollo agrícola y la lucha contra el hambre y se hizo hincapié en
la estimulación de la agricultura doméstica y de subsistencia.
Además, Brasil comenzó a transferir su experiencia en la producción de
cultivos en zonas tropicales desde 2006 cuando abrió en Ghana una sede
de Embrapa, el organismo gubernamental que desarrolla tecnologías para
elevar la productividad agrícola. El sector económico africano que más
se beneficia de las inversiones brasileñas es el energético, dado que
Petrobras, la empresa petrolera multinacional de Brasil, ha
desarrollado una política de expansión principalmente en Sudamérica,
pero en la última década comenzó a incrementar su presencia en África.
La extracción del petróleo se está produciendo en Nigeria, Angola,
Tanzania, Libia y Namibia. En el delta del río Níger, en donde las
compañías del mundo desarrollado han explotado la industria
petrolífera descuidando seriamente el medioambiente, Brasil, además de
invertir en hidrocarburos, participa en proyectos relacionados con la
salud y la niñez.
Desde 2007, Petrobras se convirtió en una de las empresas más
importantes en el sector energético, debido al descubrimiento de uno
de los mayores campos de gas y petróleo en la zona de Tupi, en la
costa brasileña. Algunos analistas aseguran que una vez que se
comience a explotar ese yacimiento sumado a la presencia brasileña en
el sector petrolero de América Latina y África, Petrobras podría
superar a Shell y a Chevron en capacidad y volumen de extracción.
Sin dudas, los países con los que Brasil tiene mayores relaciones
comerciales y culturales son Angola y Sudáfrica. La relación con el
primero no es reciente, ya que al compartir la misma lengua, ambos
países habían desarrollado intercambios desde la independencia del
país africano en 1975. Pero, la guerra civil que duró entre 1975 y
2002 impidió que las inversiones extranjeras se pudiesen asentar en
Angola. Durante ese período, varios miles de refugiados angoleños
eligieron Brasil como destino de escape de los enfrentamientos
armados. Además del petróleo, que es el área económica más próspera de
Angola, Brasil tiene una gran presencia en el sector alimentario.
Aunque la ONU incluyó a Angola dentro de su programa de reducción del
hambre, este país sufre la desigualdad comercial en productos
alimenticios con las industrias sudafricanas, que son más poderosas
que los incipientes productores locales.
Por eso, Brasil aprovechó la disconformidad de Angola y apoyó a las
industrias locales, con mano de obra angoleña, y además estimuló la
penetración de supermercados brasileños. El monopolio sudafricano se
quebró con la llegada de Brasil, que no deja de actuar de acuerdo a
sus propios intereses, pero la competencia entre Brasilia y Ciudad del
Cabo, favorece a largo plazo al consumidor de Angola. En cambio, la
relación entre Brasil y Sudáfrica dista de ser predominante para
alguno de los dos actores políticos y se caracteriza por ser de igual
a igual. Dentro del grupo IBSA, Brasil, Sudáfrica e India han
mantenido reuniones esporádicas desde 2003, el año en que Lula llegó
al poder. Los acuerdos tripartitos se centraron en el establecimiento
de convenios industriales, comerciales y militares, como por ejemplo
la producción conjunta de misiles aire - aire. Se espera que el
intercambio comercial entre Brasil y Sudáfrica, que se intensificó el
año pasado con la llegada de Jacob Zuma a la presidencia del país
africano, podrían superar este año los 2.520 millones de dólares
registrados en 2009.
Las críticas occidentales al avance chino en África surgen a partir de
las denuncias de que Pekín no toma en cuenta la situación de los
derechos humanos en varios países y establece acuerdos con gobiernos
acusados de violarlos. A pesar de que esto sea cierto, tanto Europa
como Estados Unidos apoyan dictaduras y guerrillas sangrientas para
lograr posicionar a sus empresas multinacionales en los mercados
africanos. Esta doble moral occidental se basa en que China es un
competidor agresivo en la extracción de recursos africanos y es visto
por Occidente como una amenaza, principalmente a la seguridad
energética. En cambio, Brasil viene a romper con el modelo de
explotación de las grandes potencias, presentándose a sí mismo como un
par del hemisferio sur que posibilita el desarrollo social.
Uno de los factores de la presencia brasileña en África son las
millonarias inversiones por las cuáles las industrias brasileñas se
benefician ampliamente. Pero, también existe un importante factor
geopolítico, en el que Lula intenta posicionar a su país como un actor
principal en las decisiones mundiales, reformando varios organismos,
como el FMI y la ONU. Asimismo, es notorio el esfuerzo que hace Brasil
para ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas. Su expansión en Latinoamérica, el intento de mediar en los
conflictos de Medio Oriente y su creciente influencia en África
demuestran que la política exterior brasileña se concentra en ganar
espacios cada vez más importantes, que antes estaban reservados a un
pequeño grupo de países industrializados.
Sudáfrica se convierte en un aliado que le permite a Brasil poner un
pie en el continente, ya que el país más desarrollado de África tiene
intereses comunes en reforzar la alianza sur-sur. Por otro lado, la
crisis internacional redujo las ayudas provenientes del Banco Mundial
y de las potencias en cuanto a los programas de desarrollo
alimentario, educativo y de salud africanos, lo que provoca
inevitablemente que África le abra las puertas con mayor facilidad a
Brasil.
(Fuente: Investigación del Lic. Maximiliano Sbarbi Osuna, de
Observador Global.com)
ALEJANDRA ANGULO RICO
ELECTRONICA DEL ESTADO SOLIDO
19878712
http://www.diariopanorama.com/diario/noticias/2010/11/05/a-76500.html
http://geografiadeafricaconocimientos.blogspot.com/2010/11/brasil-y-africa-dos-mundos-que-hoy-se.html
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